¿Por qué no todos hacen una revolución?


Hace un par de días presencié un fenómeno social espontáneo: una protesta de usuarios contra los malos tratos de una asociación de transportistas. Lo más llamativo del hecho es que algunos de los usuarios no colaboraron con aquellos que se manifestaron contra lo que sucedía, a pesar de que también se veían afectados directamente. ¿Por qué?

Primero, presento los hechos. Todo sucedió en mi regreso a casa, en una fatídica noche caraqueña, antesala de superluna azul de sangre, pero con una nubosidad de mala suerte, como me pasa todos los días. En una misma calle, una línea de transportistas ofrece 3 rutas, entre ellas la mía. Debido al contexto venezolano actual, carente de repuestos y con hiperinflación, los transportistas prefieren utilizar la ruta de la que más provecho económico pueden obtener, lo que genera largas filas de usuarios en las otras dos rutas (entre ellas la mía). Normalmente, en mi ruta, la relación de cantidad de buses con la ruta vecina es de 3 a 1 (cuando en mi ruta llega un bus, para la ruta vecina llegan 3), lo que suele generar filas de 20 a 40 minutos de espera; pero en esa particular noche la relación cambió de 6 a 1, generando una espera mayor a 1 hora a los usuarios. El descontento con los usuarios de la ruta se acrecentó hasta impulsar una protesta espontánea -de aproximadamente 50 personas- con el cierre de la calle.

Mientras me divertía por el hecho de estar metido en una protesta espontánea (de algo me tengo que morir), observaba como algunos manifestantes llamaban a otros usuarios a ser partícipes de la protesta, quienes sencillamente ignoraban el llamado. Rápidamente fueron acusados de indiferentes.

Pero el mundo no es tan simple, y hay varios factores que pueden llevar a una persona a no actuar. Inmediatamente pensé en el "efecto espectador".

El efecto espectador es un fenómeno psicológico por el cual es menos probable que alguien intervenga en una situación de emergencia cuando hay más personas que cuando se está solo. Pero en este caso en particular, el efecto espectador se da cuando la persona analiza la situación y observa que su interacción es innecesaria dada la cantidad de personas que ya están interviniendo.

Pero también hay otros factores que pudieron incidir. Por ejemplo, en un país tan polarizado como Venezuela, los sucesos pueden ser politizados con gran facilidad. Un transeúnte me consultó el motivo de la protesta, pero se desilusionó cuando entendió que no tenía una carga política. Ese miedo a ser confundido con un manifestante político, que atraiga la atención policial y sus dolorosos derivados, es un gran muro de contención para la mayoría de las personas.

Otro hecho llamó mucho más mi atención: quienes se lanzaron a la calle fueron aquellos ubicados en las zonas medias de la fila, mientras que aquellos ubicados al principio y al final se negaron a participar.

Aquí entraría la teoría del homus económicus, donde cada persona hace un análisis del costo-beneficio de intervenir. La persona ubicada al principio se considera en una posición de privilegio con respecto al resto, por lo que retirarse podría implicar perder su posición privilegiada, la cual considera mayor que la necesidad de protestar. La persona ubicada al final, al contrario de lo que se pudiera pensar, es la menos interesada en participar. "Pero si yo acabo de llegar", es lo que respondería cualquier persona al final de la fila. No entiende del todo la situación, por lo que es incapaz de simpatizar con el resto. Además, como está al final de la fila, entiende que participar en la protesta sería perder su -desilusionante- puesto, lo que implicaría para él o ella desperdiciar más de su valioso tiempo, por lo que no valdría la pena.

Ya sé que lo estoy forzando, pero ¿Por qué no puedo extrapolar esa misma situación al resto del mundo? Por ejemplo, las mujeres son un poco más de la mitad de la población mundial, ¿Por qué no colaboran entre ellas y se apoderan del mundo? Porque existen posiciones de privilegio, nacionalidades, religiones, culturas y otras formas de dominio y poder que imposibilita la capacidad de que una mujer empatice con otra de una clase diferente a la suya, aun cuando sus problemas no sean muy diferentes.

Por otro lado, ¿Por qué la clase burguesa fue la directora de los conciertos de la revolución francesa y los procesos de independencia de América? ¿Por qué el deseo de cambio no vino de los más oprimidos (con la sola excepción de Haití) o, incluso, de los más privilegiados? Porque tal y como ocurrió con aquellos en las zonas medias de la fila del bus: la frustración es mayor cuando sabes que estás tan cerca del principio y tan cerca del final, que tu posición, aunque más privilegiada que al menos la mitad, aun no te permitirá montarte en el próximo bus, situación que se ve empeorada con un trato que se considera injusto. Por eso, aun temiendo perder su puesto en la fila, considera que vale la pena lanzarse a la calle a apurar algo que siente tan cerca, pero lejano por una injusticia.

La protesta dio resultados, por si acaso te lo preguntas.

Hay cosas que sólo me pasan a mi, y cuando me pasan algo tengo que aprender. Tras media hora de protesta, esa noche llegué muerto de cansancio a casa, pero fue divertido (de algo me tengo que morir).


PD: Un factor histórico a tener en cuenta es que, en Haití, la población negra hizo su análisis costo-beneficio: es mejor que gobiernen los negros a que gobierne el blanco que me oprime. De ahí que Haití sea el segundo país americano en independizarse (después de EE.UU). El resto de la burguesía latinoamericana tomó nota de lo sucedido en Haití y dijo: "Mejor hago la revolución antes de que lo hagan los negros y los indios".

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