La evidencia de la crisis del capitalismo actual


En el mundo de hoy, el capitalismo enfrenta diversas problemáticas que, aunque no amenazan su existencia, si deja al descubierto muchas de sus debilidades. 

No faltará aquel que salte y diga: "¡El socialismo no sirve, es hambre y destrucción!". Y tendrán toda la razón, pero la ineficacia del socialismo no quiere decir que el capitalismo no tenga debilidades, del mismo modo en que tener un hermano borracho no hace que yo sea mejor persona. Es decir, la debilidad del otro no te hace más fuerte o mejor, con excepción de servir de consuelo.

Habiendo dejado eso claro, tan sólo basta recordar la crisis que desembocó un único buque que encalló en el Canal de Suez el año pasado (2021), y que generó retrasos en el envío de productos en el mundo, considerando que aproximadamente el 12% del comercio mundial total se mueve a través de ese canal.

Pero los problemas del comercio mundial no se acabaron al desencallar el buque, todavía persiste la llamada “crisis de los contenedores”. La pandemia trajo consigo una alta demanda de productos a nivel mundial, una demanda tan alta que, logísticamente, los puertos y buques del mundo no tienen la capacidad de manejar. Así, miles de contenedores se encuentran detenidos desde hace meses en puertos de todo el mundo. Y eso causa un efecto mariposa, un efecto dominó, en el que los precios al consumidor aumentan por la escasez de insumos y elevado costo del transporte. 

Asimismo, la pandemia generó una gran demanda de productos tecnológicos, como tablets, computadoras y otros dispositivos. En contraste, cuando comenzó la pandemia, la fabricación de chips se vio afectada por las restricciones sanitarias del Covid-19, y ahora la demanda es tan alta y la producción tan insuficiente que se le ha llamado la “crisis de los chips”, y que a su vez incidirá en un aumento de los costos de nuestros teléfonos, autos y cualquier otro aparato electrónico que lo requiera.

También el escenario político es capaz de incidir en el comercio mundial. Por un lado, muchos líderes mundiales dudan de los beneficios de la globalización, y hasta hace poco resultaba extraño ver que un presidente de los Estados Unidos, como Donald Trump, atacara el libre comercio más que países como China o Rusia. Esto también ha sido un factor que ha incidido en la crisis de la democracia o la representatividad que existe en una buena parte del mundo, porque la gente simplemente no ha visto los beneficios de la globalización en su país, lo cual explica el viraje tan icónico hacia la izquierda como el de Chile. Por otro lado, los intereses políticos de Rusia, que inició un conflicto armado con su vecina Ucrania, pone de manifiesto una crisis petrolera y alimentaria, considerando que Rusia no sólo es un importante exportador de petróleo, sino también un importante productor de cereales, como maíz y trigo, junto con la misma Ucrania. Es decir, a menor producción de cereales por parte de éstos, habrá mayor precio de los alimentos a nivel global; y a mayor aumento del costo del barril de petróleo, mayor precio habrá para el transporte y, en consecuencia, a todo lo demás, incluyendo, otra vez, a los alimentos.

Resulta del mismo modo llamativa la crisis ambiental que sólo puede ser el resultado de este modelo económico basado oferta y demanda. La pandemia, nuevamente, dejó esto al descubierto al obligarnos a quedarnos encerrados en nuestros hogares. Y es que, a los pocos meses de la cuarentena, se pudo observar que los niveles de contaminación, sobre todo los que ocasionan el efecto invernadero, se redujeron enormemente, y hasta resultó anecdótico el regreso de la fauna a muchas ciudades por la falta de personas en las calles. Resulta que es muy sano para el planeta que dejemos de salir a trabajar. Y es que sin duda es paradójico vivir de un sistema económico que, a la larga, podría dejarnos sin un planeta en el qué vivir, siendo que para poder vivir debes seguir las reglas de ese sistema suicida.

Aunque la interdependencia sea uno de los puntos fuertes del sistema capitalista global, pues obliga la cooperación bajo la lógica “ganar-ganar”, desde lo práctico puede ser insuficiente o quizás imposible, ya que sólo basta que llegue un virus nuevo o explote alguna esclusa del canal de Panamá para acabar en una nueva crisis que nos afecte a todos.

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