Érase una vez una izquierda que rechazaba el consumismo y promovía la idea aquella de uno no es lo que tiene. Ahora, no existe el «buen vivir» sin un microondas y se presume que todo lo barato es "revolucionario". De ese modo, Amazon y Wallmart deben ser las cosas más revolucionarias del mundo.
Muy recientemente, el gobierno venezolano ha tomado la medida de tomar diversos establecimientos comerciales, sobre todo de línea blanca, que -desde mi óptica- sin dudas especulaban brutalmente con los precios. Pero eso no es el asunto de hoy, sino la contradicción entre lo que se predica y la práctica.
Sí, ya se, no es para nada fácil vivir según lo que se cree, pero hay descaros de los descaros. En lugar de promover una sociedad menos consumista (y por ende, menos capitalista), se incentiva. Y es que, así como ellos creen que son los capitalistas quienes aumentan los precios para aumentar sus beneficios, también existe la práctica contraria, que es el ofrecer productos baratos con el fin de ser más competitivos, vencer a la competencia y aumentar las ganancias. Y así es como hay poca diferencia entre un Abasto Bicentenario (red de automercados gubernamentales) y un Wallmart.
El marxismo-socialista y el liberalismo, a pesar de todas sus diferencias, tienen una base ideológica muy materialista, ya que al final de sus discursos de libertad e igualdad, lo que importa es la superación material de pobre a rico. Esto, por supuesto, no quiere decir que superar la pobreza no sea importante, ni tampoco nos vamos a poner cristianos y decir que sólo nos importa el mundo espiritual. Sin embargo, dentro de las prioridades que debe tener un revolucionario, no debería estar la venta monopólica de electrodomésticos y otros bienes que, de paso, no son de primera necesidad. No pongo en duda que muchos esos productos saqueados en el Daka de Valencia vayan a paliar una necesidad, sin embargo, también muchos otros no van con la misma intención, incluyendo el lucro. ¿Dónde está revolución?
El gobierno sabe que la situación económica actual es caldo de cultivo de protestas y desestabilización política. Ya no hay un Chávez que calme las aguas. Así, todo apunta a que debe haber una acción del gobierno que evite este problema y mantenga a la población contenta. O como dice el dicho romano: "Pan y circo".
Debe ser una cosa horrible ser de izquierda y estar en el gobierno, ya que andas todo el tiempo con miedo a la "desestabilización". Por eso los revolucionarios no debemos estar nunca en el poder, porque siempre debemos ser los desestabilizadores.
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